Tendemos a pensar que al tener un hijo o una hija, es nuestro hijo.
A veces no nos damos cuenta de que esto no es en realidad cierto hasta pasados unos años o incluso hay quien no es capaz de verlo a lo largo de toda la vida.
Haber traído al mundo a un ser humano, no nos da derecho a elegir por él, pensar por él, hacer por él o vivir por él.
Para comprender esto, valdría con pensar en cualquier otra persona del mundo respecto a nosotros, es decir, una pareja, un familiar, un amigo o un conocido. En estos casos seguro que sí tendríamos en cuenta sus opiniones, sus decisiones, sus gustos o intereses, sin anteponer la posesión y la pertenencia que nos adjudicamos al emplear la palabra hijo o hija.
