Las influencias y el pensamiento crítico en los niños y las niñas

Cuando los niños y las niñas empiezan a tener su propio criterio, a razonar las cosas, buscar el por qué, cuestionarse lo que ven y lo que decimos los adultos, es cuando comenzamos a observar que se dejan influenciar más por unas u otras opiniones, donde reciben información que toman en mayor o menor medida en cuenta, y es aquí donde muchas familias nos preguntamos qué es lo que podemos o debemos hacer.

Lo primero que debemos tener en cuenta son los valores fundamentales y esenciales que llevemos inculcando durante toda la infancia a nuestros hijos e hijas. Todo el camino que ya llevemos realizado será clave para la etapa donde los niños empiezan a ser más autónomos e independientes y a tener su propio criterio.

El pensamiento crítico es fundamental para la vida adulta, ya que cuestionarse las normas, los límites y establecer nuestra propia identidad es parte del crecimiento y el del ser humano.

La confianza, el diálogo, la empatía y el afecto, son necesarios para comprender este momento evolutivo en nuestros pequeños.

Te cuento más en este post sobre pensamiento crítico, influencias en la infancia y la niñez y el criterio propio.

Te dejo aquí el enlace completo a mi nuevo colaboración para la Revista digital de Penguin Kids.

Educar en el aliento y no en el halago

A veces nos centramos en educar a nuestros hijos de una manera positiva sin darnos cuenta de que la educación positiva no es premiarles y alabar todo lo que hacen, sino saber acompañar con límites, respeto y afecto su desarrollo.

Cuando nos acercamos más a educar de una manera consciente, estando presentes y disponibles cuando nuestros hijos e hijas nos necesitan, aprendemos a detectar sus necesidades y a vivir en una armonía mayor.

Esto nos facilita esa conexión y favorece nuestro vínculo, haciendo que todos nos beneficiemos de ello.

Alentar es uno de los puntos en los que debemos reforzar nuestro modo de acompañar y educar a nuestros pequeños.

Porque, tal y como os cuento en este nuevo post en colaboración con el club de malasmadres, alentar es:

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“Mamá, ¿juegas?”. Tips para que mi hijo juegue solo

Para comprender por qué el niño necesita o no jugar acompañado, es necesario saber que el desarrollo evolutivo de cada ser humano es único y exclusivo.

Su madurez y su evolución en cada área del desarrollo, condicionará su comportamiento y la adquisición de nuevos hitos a lo largo de su vida.

Habrá niñas o niños que sean más independientes que otros, niños que precisen de mayor seguridad, niños que tengan un carácter que les anime a investigar y descubrir continuamente, ambientes diferentes en los que se desenvuelvan y crezcan, familias que favorezcan más unos patrones que otros y por supuesto el factor genético e intrínseco de cada uno que será esencial a la hora de crecer y formar nuestra personalidad.

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Premios o castigos, ¿se deben emplear?

El refuerzo extrínseco a lo que hacemos, ya sea algo positivo o negativo, es un condicionante que empleamos los adultos con los niños para tratar de conseguir alcanzar un objetivo.

Si quizás pudiéramos darle una vuelta a todo esto y modificar el planteamiento, siendo conscientes de que el cambio debe comenzar en uno mismo, acabaríamos comprendiendo que el papel del adulto no es ofrecer un refuerzo externo sino explicar las consecuencias naturales a los actos, y asi poder decidir de manera consciente.

En este nuevo post te explico cómo educar sin premios ni castigos, descubriendo las consecuencias naturales de nuestros actos y decisiones y acompañando a los niños y las niñas en su desarrollo evolutivo, comprendiendo sus necesidades y los aspectos propios de cada etapa.

Puedes leer el post completo aquí, en la revista digital de Penguin Kids.

Y tú, ¿qué opinión tienes sobre este tema?

Te leo en comentarios!

Mi hijo no me pertenece

Tendemos a pensar que al tener un hijo o una hija, es nuestro hijo.

A veces no nos damos cuenta de que esto no es en realidad cierto hasta pasados unos años o incluso hay quien no es capaz de verlo a lo largo de toda la vida.

Haber traído al mundo a un ser humano, no nos da derecho a elegir por él, pensar por él, hacer por él o vivir por él.

Para comprender esto, valdría con pensar en cualquier otra persona del mundo respecto a nosotros, es decir, una pareja, un familiar, un amigo o un conocido. En estos casos seguro que sí tendríamos en cuenta sus opiniones, sus decisiones, sus gustos o intereses, sin anteponer la posesión y la pertenencia que nos adjudicamos al emplear la palabra hijo o hija.

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