¿Sabes que el juego nos hace aprender de manera espontánea y atractiva? ¿Conoces cómo potenciar el juego simbólico?
El juego debe ser la base de aprendizaje de cualquier niño.
A través de éste, se adquieren hitos únicos de tal manera que aprenden casi sin percibirlo, sin ser conscientes de todo lo que les aporta esta acción.
El juego es el motor del niño y por ello es su herramienta de descubrimiento, ensayo, prueba, error, adquisición, acierto, creación, experimento, sentimiento… El juego lo es todo para el niño. Le hace sentir, imaginar, empatizar, comprender, ser, vivir y disfrutar, de mil maneras diferentes de una misma acción. Le permite explorar, emocionarse y sumergirse en cualquier personaje que su imaginación cree.
Y nuestro papel como adultos, es favorecer estos momentos de juego y propiciar situaciones de juego libre, sin estructura, organizado por el niño, donde nosotros nos convirtamos en uno más y nos dejemos guiar por los más pequeños.La mente del niño no está condicionada por tantos factores y vivencias como la del adulto, por lo que su imaginación es más amplia y libre. Es indudable que esto enriquece su juego y puede ser muy positivo para nosotros imitar sus conductas y dejarnos guiar por sus ideas de juego.
EL JUEGO SIMBÓLICO
El juego simbólico comienza hacia los dos años y se desarrolla a lo largo de toda la infancia, siendo una herramienta de aprendizaje muy potente.
El juego simbólico permite al niño expresar y comprender emociones, enriquecer las capacidades lingüísticas, adquirir valores, empatizar, ponerse en el lugar y el papel de otros, e imaginar y crear todo lo que su capacidad le permita. Seguir leyendo