Si hay algo esencial en la crianza de los niños es el vínculo afectivo.
Es algo de lo que todos oímos hablar pero no sabemos muy bien cómo potenciarlo de una forma sana y positiva, sin llegar a ser sobreprotectores o posesivos, pero dando seguridad y confianza a nuestro hijo. Haciéndole un ser seguro de sí mismo, apoyado por sus padres y sobre todo, feliz y querido.
En mi propia labor diaria, potencio este vínculo con los niños antes de comenzar las sesiones, para que acudan al tratamiento de atención temprana con alegría, con seguridad, con confianza y sobre todo respetando su espacio y sus tiempos. Desde ahí parto para seguir un camino largo con cada niño, donde quizás estemos trabajando durante muchos años juntos y la base debe ser sólida como en toda relación entre personas.
Debido a que mi trabajo se basa fundamentalmente en el tratamiento a niños con dificultades y sus familias y entorno, muchas veces el vínculo de las familias con los pequeños es costoso de establecer, ya sea porque las expectativas marcadas no se han cumplido, porque es complicado enfrentarse a los problemas, porque todo nos ha pillado de imprevisto, cuesta enfrentarse con la realidad… Es lógico comprender que el vínculo deba potenciarse con unas pautas que sirvan de guía y acompañamiento.
Es positivo que todos tengamos herramientas para favorecer un vínculo afectivo sano y seguro con nuestros hijos, ya que aunque sean lo más deseado, hay un proceso de llegada al mundo, donde debemos conocernos y adaptarnos los unos a los otros, a la nueva vida que hemos creado y que vamos a vivir.