La importancia del vínculo afectivo

Si hay algo esencial en la crianza de los niños es el vínculo afectivo.
Es algo de lo que todos oímos hablar pero no sabemos muy bien cómo potenciarlo de una forma sana y positiva, sin llegar a ser sobreprotectores o posesivos, pero dando seguridad y confianza a nuestro hijo. Haciéndole un ser seguro de sí mismo, apoyado por sus padres y sobre todo, feliz y querido.

En mi propia labor diaria, potencio este vínculo con los niños antes de comenzar las sesiones, para que acudan al tratamiento de atención temprana con alegría, con seguridad, con confianza y sobre todo respetando su espacio y sus tiempos. Desde ahí parto para seguir un camino largo con cada niño, donde quizás estemos trabajando durante muchos años juntos y la base debe ser sólida como en toda relación entre personas.
Debido a que mi trabajo se basa fundamentalmente en el tratamiento a niños con dificultades y sus familias y entorno, muchas veces el vínculo de las familias con los pequeños es costoso de establecer, ya sea porque las expectativas marcadas no se han cumplido, porque es complicado enfrentarse a los problemas, porque todo nos ha pillado de imprevisto, cuesta enfrentarse con la realidad… Es lógico comprender que el vínculo deba potenciarse con unas pautas que sirvan de guía y acompañamiento.
Es positivo que todos tengamos herramientas para favorecer un vínculo afectivo sano y seguro con nuestros hijos, ya que aunque sean lo más deseado, hay un proceso de llegada al mundo, donde debemos conocernos y adaptarnos los unos a los otros, a la nueva vida que hemos creado y que vamos a vivir.

img_2577 Seguir leyendo

Alimentación complementaria

La alimentación complementaria, a partir de los seis meses, debe iniciarse poco a poco y entendiéndolo como lo que es, es decir, algo complementario, que se añade a la lactancia y no debe suplantarla, ya que hasta el año el niño debe tomar en su mayoría leche.
Teniendo en cuenta esto, son muchos los métodos de introducción de la alimentación complementaria.
Hay una gran corriente que introduce los nuevos alimentos únicamente triturados hasta el año o incluso alargándose en el tiempo, dependiendo del niño.
Primero se comienza con las frutas y verduras y después se añaden las carnes como el pollo, ternera, pavo, cerdo, cordero y por último, el pescado.
En los purés puedes introducir gran variedad de alimentos y asegurar la ingesta de todos juntos de forma cómoda y rápida.
Se recomienda que se realice sentado en posición vertical, para que sea adecuada y no haya problemas de atragantamiento.
Se suele recomendar un puré de verduras y carne/pescado a la hora de comer y papilla de frutas para merendar. El resto de comidas serían leche y cereales.
Hay otro método que está teniendo mucho auge en la actualidad; se llama Baby-led Weaning.

Seguir leyendo

¿Jugamos juntos?

Desde que comienza el periodo del juego en un niño hacia los 6 meses de vida, hasta que se desarrolla en la primera infancia, ocurren muchas fases y todas muy distintas y necesarias.

En el inicio el juego es algo básico, donde el pequeño interactúa con el entorno más próximo, y esta interacción con el medio es lo único que busca.
Se trata de un periodo donde hacer mover sonajeros, explora con la boca todo lo que está a su alcance, mirar, juega al cucú-tras por imitación, etc.
Es una fase muy básica donde el adulto es esencial para crear juego. El niño por sí mismo no juega, explora y conoce pero no está jugando. Disfruta de la atención del resto y de lo que los demás le aportan, con sonidos, sonrisas, miradas, caricias…

img_0882

Más tarde aparece el periodo de juego conjunto donde el niño juega con el adulto a dar y recibir, sacar o meter, tirar y recoger, buscando la interacción con el otro, que el adulto esté pendiente de él. Busca la causa-efecto dentro de la relación.
Esta fase comienza hacia los nueve o diez meses y se desarrolla durante varios meses más, evolucionando paulatinamente.
Aquí empezamos a observar que el pequeño es capaz de estar unos segundos jugando con lo mismo él solo, sin necesidad de una continua atención por parte del adulto. Es capaz de entretenerse unos minutos sin continua interacción, aunque la supervisión es necesaria en todo momento.
Está conociendo su entorno, los juguetes, los materiales y todo le llama la atención y le hace sentirse curioso.
Los niños continúan llevándose todo a la boca y es su manera fundamental de explorar y conocer su entorno. Debemos permitirle al niño esta etapa donde conoce todo a través de la boca.

El juego motor es la base de la siguiente etapa. Los niños exploran con su cuerpo el espacio, gatean, se ponen de rodillas, de pie, miran el espacio recorriéndolo, caminan, sortean obstáculos, trepan, tratan de alcanzar cualquier cosa que les guste…
Esta etapa es dura para el adulto porque el niño no para y necesita mucha supervisión y atención. Y seguirá realizándose durante mucho tiempo, de forma conjunta con los siguientes tipos de juego.

Poco a poco comenzará a realizar juego pre-simbólico, imitando a sus padres cuando hablan por teléfono, haciendo que se peina o da de comer a una muñeca…
En cuanto a mi opinión, es en este periodo, hacia los dos años, es cuando los niños deben empezar a jugar solos en cortos periodos de tiempo. Siempre controlando el entorno y con supervisión pero sin necesidad continúa de la interacción con el otro.
Es esencial que los niños jueguen con los demás, pero también que sepan elaborar su juego y entretenerse un rato solos.

En muchas ocasiones esto se confunde y tendemos a generalizar este consejo y dejamos a los niños frente a la televisión solos pensando que es esto lo que nos han dicho que hagamos. Y no. No se trata de que empiecen a estar solos en cualquier ambiente, sino en la elaboración de su juego. Que no estén siempre guiados y con un modelo del adulto o de otros niños, sino que imaginen y creen por sí mismos.
Es muy positivo que el pequeño se relacione con otros niños de su edad y que observemos su juego. En torno a los dos años son pocos los niños que necesitan de otros iguales para jugar. Más adelante comienzan a jugar juntos pero a su modo, quitándose las cosas, demandando los mismos juguetes, observando o imitando conductas… Pero no tienden a relacionarse jugando conjuntamente.

El juego compartido y de socialización se da más adelante. Los niños tienen que comenzar a respetar turnos, comprender a no invadir el espacio del otro, participar en grupo, y no ser siempre el centro de atención.
Cuando tienen bien elaborado su juego propio, donde su está desarrollando la imaginación, la capacidad de resolución de conflictos, es donde el niño interactúa de forma social con sus iguales, es decir, con otros niños.
De igual manera es esencial el juego individual a ratos, donde no siempre el pequeño debe estar con otros para jugar o divertirse.

¿Cuál es vuestra experiencia? ¿En qué fase se encuentran vuestros hijos? ¿Qué observáis que les gusta más a vuestros hijos?

Invitación al movimiento

Desde que el niño cumple los seis meses más o menos, su actividad se dispara en todos los aspectos.
Comienza a interesarse mucho más por el entorno y a querer ser más independiente, en la medida de sus posibilidades.
Aquí descubrimos que el mejor ejercicio para los niños es el suelo.
Algo tan sencillo como jugar en el suelo potencia todos los aspectos que necesitan para ejercitar sus músculos, el desarrollo cognitivo, la motricidad gruesa, la coordinación, la fuerza…img_0882
Los peques necesitan estar en el suelo y empezar a moverse y desplazarse por sí mismos, primero con el volteo, luego reptando y después gateando, sentándose y poniéndose de pie.
Para ello debemos buscar un entorno seguro, libre de enchufes, cables, esquinas, piezas pequeñas y otros materiales que puedan dañar al pequeño.
Una vez protegido el espacio, debemos cubrir el suelo con un tapiz, una manta u otro elemento que amortigüe mejor las caídas que el duro suelo, ya que serán varias las que el niño tenga mientras prueba, ensaya y progresa. Está claro que el mejor protector son los padres, que deben anticiparse al movimiento del niño y parar el golpe, pero para prevenir, lo mejor es cubrir el suelo.
La higiene en esta fase es esencial. Debemos limpiar la zona donde el niño estará para que no tenga pelusas que pueda llevarse a la boca u otros elementos.
Colocar algunos juguetes que sean llamativos para el peque enel suelo ayudará a que éste disfrute del juego y trate de desplazarse a por ellos.
Debemos dejar al niño libre, sin guiarle constantemente, para que pruebe, ensaye y mejore cada día, sin un modelo.
Poco a poco veremos cómo va logrando movimientos nuevos y va ganando fuerza y coordinación y mayor control de su cuerpo.
De este modo explora, conoce más su cuerpo, siente a través de sus sentidos y conoce sus posibilidades y las mejora cada día con la práctica.
El niño se siente muy satisfecho al ver su progreso y sentirse más autónomo y capaz sin necesitar tanta ayuda por parte del adulto.
El papel del adulto es acompañar y apoyar en cada movimiento, sin dejar solo al pequeño. Protegiéndole y dándole seguridad en cada uno de sus intentos.

Caries de biberón

Hoy quiero hablaros de la caries de biberón o caries de primera infancia o caries del lactante.
Es una afección en los dientes debido al contacto de azúcares de forma prolongada en la boca al usar el biberón para dar zumos, refrescos con azúcar, infusiones u otros azúcares, como al untar el chupete en miel u otros.
Esta continua exposición de los dientes o las encías con el azúcar provocan que al estar el líquido en contacto con éstas durante tiempos prolongados, haga que las bacterias habituales en la boca conviertan el azúcar en ácido y éste disuelva el esmalte paulatinamente hasta formar la caries.
Normalmente se observan primero afectados los incisivos superiores con unas pequeñas manchitas blancas hasta que más tarde se observa la caries y se puede llegar a afectar el resto de la boca.
Para prevenir este problema, es esencial tener en cuenta unas pautas sencillas:
– Los zumos u otros líquidos que contienen gran cantidad de azúcares deben darse con cuchara y no en biberón, para prevenir el contacto continuo de éstos con la boca. Así evitaremos que el líquido azucarado permanezca durante tiempos prolongados en contacto con las encías o los dientes.
– Debemos dar el biberón con leche durante un rato, controlando los tiempos, sin dejarle al niño con el biberón como si fuera un juguete. Ya que la leche también contiene muchos azúcares y los niños que van continuamente agarrados a un biberón se exponen más al problema y tienen más probabilidades de padecerlo.

Seguir leyendo