Encasillar a los niños

Desde que un niño nace se muestra con un carácter y un comportamiento que es propio y conforma su personalidad.

Esto va unido a sus rasgos físicos y a su aspecto, incluso a sus peculiaridades o a su vestimenta.
Las personas tendemos a quedarnos con un aspecto que llame nuestra atención o que se repita en el tiempo y con ello creamos nuestra idea de cómo es el de enfrente. De ahí a los repetidos comentarios: «las apariencias engañan» o «la primera impresión es la que cuenta». Está claro que la primera impresión cuenta y cuesta ser cambiada por todos, pero si encima una persona repite un comportamiento durante varios días o tiende a ser de una forma continuada, el encasillamiento es casi inevitable.
También hay que destacar que este hecho suele producirse cuando se trata de una característica negativa sobre el otro. Casi nadie trata de llamar al otro por un apelativo positivo y, es raro el que se molesta o se siente atacado por ser el guapo, el inteligente, el de los ojos bonitos, etc.
Pondré un ejemplo:
¿Y qué sucede cuando a un niño le repiten lo malo que es? Pues que al principio no le gusta, con el tiempo va encasillándose en este papel y aunque haga alguna travesura habitual para su edad, se percibe como mala porque es «el malo» y quiera o no va a seguir siéndolo. A los niños a los que sólo llaman la atención cuando realizan comportamientos inadecuados, acaban repitiéndolos simplemente por el hecho de ser nombrados, de percibir atención, de tener un ratito de protagonismo. Este tipo de niños no suelen recibir un halago por realizar algo bien, porque vienen con la etiqueta de fábrica, de malos. El entorno está pendiente de que hagan algo para llamarles la atención. Y no tienen la misma oportunidad de dejarse conocer, de modificar la conducta o de recibir simplemente la misma cantidad de paciencia hacia ellos por parte de los demás.
Pero ¿cómo nos sentiríamos en el papel de malo? Pues está claro que si constantemente nos dijeran eso, la rabia y la frustración estarían presentes continuamente y eso provocaría que no supiéramos encauzar nuestro comportamiento hacia uno positivo y nos sintiéramos con rabia y enfado.
Por eso mismo, si la forma de mirar al niño cambia por parte de todos y, le damos más oportunidades, ofreciéndole un ejemplo de cómo hacer bien algo, alabando su buen hacer, su buen comportamiento, siendo más pacientes, etc… El niño recibirá una atención ante un comportamiento positivo y no sólo hacia el malo.
Este cambio es fundamental para que cambie el pequeño. No sólo está en su mano, que no tiene apenas herramientas debido a su corta edad, sino que está en manos de todo su entorno y de todos, porque ¿quién no conoce un caso semejante a este?
Felices vacaciones y feliz reflexión!

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